martes, 22 de junio de 2010

La identidad de la voz


No hay dos personas iguales.
Ni siquiera los gemelos son perfectamente idénticos.
Parecen iguales, pero a medida que uno los va observando se da cuenta de las diferencias. Con la voz pasa lo mismo.
Podríamos enseñarle canto a un par de gemelos idénticos, usando los mismos métodos, con la voz en una misma colocación y resonancia pero, de todas formas, sus voces no serían iguales, serían muy parecidas, seguramente casi idénticas, con diferencias prácticamente imperceptibles, pero no serían iguales.
Por ejemplo: Si uno de los dos fuma y el otro no, ya hay una diferencia. Y si uno tiene tendencias asesinas y el otro, por ejemplo, cuida perritos que junta de la calle... bueno, la diferencia es aún mayor. Y eso se escucha en la voz, la propia personalidad.
Pero para que nuestra personalidad aflore debemos matar al imitador que todos llevamos dentro o, por lo menos, domarlo, tener una charla con él y decirle: "Mirá flaco, está todo bien con vos, pero a partir de ahora vas a cantar nada más que en la ducha o en algún caraoke con amigos, pero el que se sube al escenario soy yo, el que va a ir a ensayar voy a ser yo... y el que va a cantar en la grabación soy yo, no vos". Entonces el imitador sólo aparece cuando lo necesitamos, por ejemplo: cuando hay que hacer un cober o participamos en algún tributo, pero no le demos demasiada libertad, el imitador que llevamos dentro es un tipo jodido, de vez en cuando hay que aplicarle un correctivo para que se quede en el molde. Uno no puede salir y tratar de cantar como Ronnie James Dio o Bruce Dickinson, salvo que seas Dickinson o Dio en persona.
Muchos alumnos vienen a la primer clase y me dicen: "Quiero que me enseñes a cantar como vos". Y yo les digo: "No puedo, yo quisiera cantar como Walter Mezza". Entonces se van. Pero hay algunos que se quedan. Son los que entienden lo anterior. Eso de que cada uno es quien es con su cara, su voz, su personalidad, sus sentimientos y deseos. Su historia. Todo.
Si un cantante disfraza su voz se está disfrazando entero, la actitud no se imposta, el alma no se imposta. Dejemos eso para los actores, ellos se ponen un par de lentes o unos bigotes postizos y hacen de cuenta que son otra persona. Lo nuestro es diferente amigos, es como salir y mostrarse en bolas, tal como uno es.
No somos personajes.
La idea es tomar todos nuestros recursos técnicos, nuestros valores morales y/o espirituales, nuestra carga emotiva, nuestro temperamento (también es importante el estado anímico del momento), todo eso se junta con nuestro timbre natural, tesitura, color de la voz y rango tonal, sin olvidar nuestras influencias (no solamente musicales sino estéticas y culturales en general), todos estos elementos juntos conforman una voz única, propia. Con personalidad. En la que uno puede reconocerse, escucharse y decir: "Si, escucho en mi voz mis pensamientos, adivino mi gesto. Si, recuerdo lo que sentía cuando lo canté. Ese soy yo"

Gustavo Cipriano

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