martes, 22 de junio de 2010

Gestualidad y sobre actuación


Antes de leer este artículo les vendría bien releer el que habla sobre la identidad de la voz ya que, prácticamente, son correlativos, eso es por que la “verdadera” gestualidad emerge de la propia personalidad.
Hay que aclarar que en este plano uno no está obligado a nada. Ni siquiera a ser cien por ciento original. A la hora de gesticular se ven las verdaderas influencias por que, así como uno se parece, más que a nadie, a sus padres, también se parase un poco a sus héroes. Es imposible no tomar gestos de nuestros cantantes favoritos, pero hay que tener el cuidado de no tratar de clonarlos. Si uno creció escuchando (y viendo) a Bruce Dikcinson, Rob Halford, Ronnie James Dio, Ian Gillan, Phill Anselmo, Dee Snyder... etc., es imposible no parecernos un poco a ellos en la parte gestual, ya que esas cosas se aprenden, pero no podemos (no deberíamos) permitir que nuestra propia personalidad desaparezca.
La gestualidad escénica nace de la necesidad de demostrar físicamente algo, que a veces es lo mismo que estamos diciendo y otras veces no.
En determinados momentos un simple gesto de la mano puede servir para aclarar una parte de la letra, sería como decir: “Bueno, blanqueemos esta metáfora, la cosa es así”.
Después hay movimientos que la gente ya conoce, por ejemplo, si señalamos al guitarrista todos saben que viene un solo, de esa forma hacemos que la atención se centre en él. Le pasamos la pelota. Lo ayudamos a estar en primer plano. O si apuntamos el micrófono hacia el público ellos ya saben que les estamos pidiendo que canten.
Más allá de todo esto hay que entender que la gestualidad es un medio de expresión. Una forma no hablada de decir las cosas.
Una frase puede significar muchas cosas dependiendo de la forma en que se diga.
Es altamente recomendable estudiar teatro, aunque sea durante un corto tiempo, esto nos ayuda, entre otras cosas, a familiarizarnos con el escenario, a saber como y donde pararnos, a adaptarnos a la iluminación para no estar en la penumbra. Y, sobre todo, nos sirve para aprender las bases de la expresión corporal.
Pero ojo, no tratemos de hacer Hamlet cada vez que salimos al escenario, no intentemos ser maestros del drama, con la calavera en la mano y todo eso, aunque por momentos podemos serlo, pero nunca actuarlo. A veces uno realmente sostiene una calavera en la mano mientras canta, pero no se la inventa, y no es de utilería, la calavera se hace presente por su cuenta, uno la sostiene y la mira por que está ahí. Otras veces no hay calavera. Y si no la hay... no la hay y punto. En ese caso actuar como si la calavera estuviese ahí sería sobre actuar. Si no está no podemos verla, entonces nadie podrá. En cambio, si realmente sostenemos una calavera, todos van a verla aunque sea invisible.
¿Demasiado metafórico?.
Lo que quiero decir es que la sobre actuación se nota y queda muy mal, al borde del ridículo. Si lo que decimos nos enoja dejemos que se note, pero si no nos enoja no pongamos una cara ensayada. No nos inventemos un personaje. No tratemos de parecer nada que no seamos. Respetemos nuestra propia naturaleza. No hace falta andar saltando como un demente ni darse el bocho contra las paredes, aunque el hecho de que no sea necesario no implica que, si nos pinta, no podamos hacerlo. Eso sí, hagámoslo con casco... o pongámosle una funda bien gruesa a los equipos, ya que se devalúan mucho cuando están manchados con sangre.


Gustavo Cipriano

No hay comentarios:

Publicar un comentario